Los primeros esbozos de Sansón y Dalila datan de 1868. Por aquel entonces, Saint-Saëns deseaba componer un oratorio inspirado en el tema bíblico. Fue el libretista Ferdinand Lemaire, un criollo de Martinica marido de una prima lejana del compositor, quien convenció a Saint-Saëns para que convirtiese el proyecto original en una ópera. Sin embargo el compositor y su libretista introdujeron algunas variantes respecto al tema original que se encuentra en el Libro de los Jueces del Antiguo Testamento. La historia del héroe bíblico y la filistea merecía un tratamiento más dramático. El compositor se detiene en la descripción del tormento interior de Sansón, su lucha entre la obediencia a su pueblo y la voz de una pasión culpable. Por otra parte, Dalila se convierte en la ópera en una sacerdotisa filistea que odia a Sansón por haber vencido a su pueblo y no es la “la mujer de la vaguada de Soreq” a la que amó Sansón y que fue su perdición según el relato bíblico.
En la narración del Libro de los Jueces la fuerza de Sansón residía en su pelo, la única posibilidad para vencerlo era cortárselo. Es éste el secreto que Dalila intenta sonsacar y que finalmente consigue. Sin embargo en la ópera Sansón nunca llega a revelarlo; su castigo es más bien el efecto de la cólera divina por haber antepuesto el amor de una mujer pagana a la fidelidad a Dios.
La música de Sansón et Dalila está llena de las emociones e impresiones que acumuló Saint-Saëns en sus viajes por Asia y África. La composición musical no pretende alentar la reflexión mística, sino que intenta reconstruir un gran fresco histórico donde estén presentes los sentimientos humanos inmortales, el calor voluptuoso de Oriente y los paisajes lejanos. Oriente está de moda y tal vez Saint-Saëns hubiese buscado inspiración en las fantasías exóticas del pintor Gustave Moreau (1826-98) al que la crítica consideraba un pintor “literario”. Moreau se aparta del exotismo fácil de otros pintores, para construir un Oriente que no es lejano ni esteticista sino actual por su imaginario, excesivo y siniestro. El Oriente diseñado por Moreau esuna mezcla de pagana sensualidad y voluptuoso misticismo. En el ámbito literario Huysmans en su obra À rebours, modelo del decadentismo más exquisito, comparte también el gusto por lo exótico y lo refinado con sabor a mística perversión. Al igual que Sansón, Huysmans y sus personajes experimentarán el pecado para finalmente volver a la ortodoxia religiosa. La partitura combina el calor tímbrico de la orquestación con el rigor de la construcción musical. La influencia de Wagner se acompaña con el lirismo sensual de los papeles protagonistas. También destaca la importancia de los episodios corales, que por su grandiosa severidad y empeño contrapuntístico se asemejan en algunos momentos al género del oratorio.
Sansón et Dalila se estrenó en el Teatro del Gran Duque de Weimar –en traducción alemana-, ya que el director de la Ópera de París se negó a representarla por considerar que un asunto bíblico era poco adecuado para el público parisino, el 2 de diciembre de 1877. Y posteriormente en Rouen en lengua francesa, el 3 de marzo de 1890. En 1892 se estrenó en la Ópera de París, convirtiéndose a partir de entonces en una de la óperas francesas más representativas del siglo XIX.
Dirección escénica: Curro Carreres
Coreografía: Antonio Perea
Escenografía: Toni Lopez
Vestuario: Jesús Ruiz
Iluminación: Alfonso Malanda
Dalila: Nancy Herrera
Sansón: Stuart Skelton
Sumo Sacerdote: Carlos Alvarez
Viejo Hebreo: Miguel Angel Zapater
Abimelech: Alex Sanmartín
1 Filisteo: Albert Casals
2 Filisteo: Javier Galán
Mensajero: Gonzalo Quirós
Coro: Coro de la Opera de Oviedo, dir. Patxi Azpiri
Orquesta: Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA)
Director Musical: Maximiano Valdés
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